MIL DÍAS
- Francisco Murillo
- 17 sept 2017
- 2 Min. de lectura
A: José Agustín Catalá In memorian
Mil días
cercado de cuatro cancerberos
con entrada
sin salida,
debatiendo en los rincones
sin respuestas,
insomne en la ergástula maduriana
de dolor meridiano
de tortura neroniana.
Mil días pensando en libertad,
en liberación popular
cuya prisión es el país todo.
Cuatro cancerberos inclementes
sin salida,
cual no sea el pensamiento
que no sufre la faláz herida
de la cárcel indebida,
prisión lacerando el cuerpo
impoluta la mente
y sus ideas libertarias.
Veinte y cuatro mil horas cautivo
¿Cuántas más para estar libre?
Aún cercado por los cuatro cancerberos
con entrada, sin salida
libre su alma,
sus pensamientos y consignas,
sin rendijas,
para que penetre el sol,
sin ranuras, para ver a sus hijos,
con un coronel maduriano
requisando, sin pudor
a su mujer menstruada.
Una cárcel roja-rojita
eternamente chavista,
Ramo Verde, la apellidan
férrea fortaleza del deshonor
de la patria lesa,
ejemplarizante hábitat del miedo,
donde está encerrado uno sin temor.
Incomunicarlo, imposible
de él conoce el mundo
ecuménico su dedo acusador,
denuncia viva del terror
Ramo verde
central de tortura contemporánea
inclemente, violenta
por el que quiere gobernar cien años
autorizada y regida,
depositaria de un singular prisionero
Leopoldo López, preso insomne.
Sin abandonar la lucha
ni el deseo de suspender
la dictadura maduriana,
tempranamente agregada a la lista de sus pares
Juan Vicente Gómez,
Marcos Evangelista Pérez Jiménez
y Hugo Rafael Chávez Frías
¡Que orgullo!
Pronto,
no es dilema
despejarán los cuatro cancerberos
las mazmorras,
se abrirán las tumbas del Sebín
y los presos políticos
en cascadas
abrazarán a sus madres,
hermanos, otros familiares y amistades.
Serán las caponeras
museos acusadores del apartheid nacional,
ejemplo de la represión padecida
gráfica de la reinventada tortura…
y Leopoldo volverá a recorrer sus calles y avenidas,
a caminar con su Lilian,
sus hijos descubrirán un padre,
sus padres reencontrarán un hijo,
Suman veinte y cuatro mil horas
de presidio doloroso,
de presidio inocente,
de presidio ex – profeso,
de presidio alevoso,
de presidio tortuoso,
de presidio infinito,
de presidio – presidio,
de presidio ¿qué mas?
¿Cuántas faltan?
Sí, ¿cuándo detendrá el reloj de la injusticia?
¿Cuántas horas faltan?
para tocar el sol con la mirada,
para dormir y soñar Patria Nueva,
para regresar la democracia,
para no ruborizarnos más por el país,
para embriagarnos de libertad,
para abrazar a los Leopoldos libres.
Saldrán del cautiverio político,
Ramo Verde devendrá en historia mala
tal la fortaleza de Puerto Cabello,
tal la Rotunda y El Obispo
tal las islas de Guasina y Sucupana,
tal la cárcel de Ciudad Bolívar
tal la Seguridad Nacional,
tal la Cárcel Modelo
tal las Tumbas del Sebín maduriano,
tal el país, en hora tan aciaga
faltan pocas,
pocas.





Comentarios