EL MANDON
- Paco Murillo Font
- 19 mar 2018
- 2 Min. de lectura
Hombre de corazón duro
habla de paz fingida
dice morir de dieta
por los pobres y su vida,
mira inclemente la partida
de todo cuanto mejor hubo en la villa
la escasez de comida y medicinas,
enfrenta con su “país de maravilla”
Antes ejemplar y gran nación,
cuyo rumor de prosperidad
recorría los pueblos del mundo,
hoy con dolor sumido en desidia
No valen para él las sugerencias
convertido en autócrata mandón
y en megáfono indolente
ha hecho de su norte la exclusión
Evita de frente ver la gente
y rodeado de cáfila adláteres,
ha mutado en cobarde solitario
temeroso de acercarse a los altares
Asido de una gélida mano
vaga sin brújula en la tierra,
y otra más fría, de otros confines
sin pesar con él, lo entierra
Cuando percibe lejanas voces
y los ruidos copiosos de las cacerolas,
sabe con certeza que son de Villa Rosa
y cuanto la nación entera lo deplora
Se queda íngrimo el mandón
como los curas sin parroquianos,
al olvidar que se adora a Dios
nunca, jamás a ser humano
A los hombres buenos por sus obras
se respeta y con amor se quieren,
a los bípedos en dioses convertidos
de la razón y del perdón carecen
Se hunde en su propio tremedal
el mandón con toda su ignominia,
un país yermo, casi muerto
desea renacer con valor de la penuria
El mandón, hijo de un dios
Impotente, sin dudas fallecido,
renegó y renunció al padre propio
uniéndose a falso ídolo en vías de olvido
Poco tiempo le auguran de mandato
¿por qué no? quizás un rato,
las miserias repartidas pronto agotan
a sus saciados militares del encanto
Represión y torturas ya no son secretos,
el hambre, el desempleo y la miseria,
tampoco pueden ocultarse por más tiempo
el pueblo quiere vida y paz, no misericordia
Adiós mandón, ya no te quieren
el desprecio infinito ha llegado a palacio,
no te confíes más de los susurros
subrepticiamente se irán de tu espacio
Adiós, solitario mandón
de tu padre renegaste
para inventarte uno
sin razón, “que mala suerte”





Comentarios