ARDE VALENCIA
- Paco Murillo Font
- 8 abr 2018
- 2 Min. de lectura
Una pira gigantesca
elevó su altura al cielo,
y el humo de la quemada
se esparció por los suelos
Un olor a carne humana
penetró hartos olfatos,
afectó los corazones
en el ambiente hay maltratos
Sesenta y ocho murieron,
las llamas los calcinaron
nunca fueron protegidos,
se quemaron sin razón
Había armado un motín
parte de la concentración,
los tenían hacinados
en un viejo cascaron
No puede llamarse prisión
ese reten carcelario,
de detención rutinaria
devenido en cementerio
Sesenta y ocho reclusos,
presos allí en Valencia
no recibían alimentos, solo
represión y violencia
Dormían apretujados
sin nada de consideración,
tirados en el suelo frio
resintiendo la prisión
La rabia los despertó
y sin mucho raciocinio
cansados, sin atención
iniciaron el incendio
Sin seguridad ninguna
el cascaron explotó,
con la presión de los presos
el caos se extendió
Quisieron pronto evadirse
y rogando salvación
la marabunta fue mayor
sin ninguna solución
Como siempre el desgobierno,
haciéndose el inocente
quiso desviar el foco
aun sabiéndose indolente
Culpable de tantos males
que está viviendo la gente
y de los cuales los presos
no son tampoco ausentes
En tanto ardían los presos,
sin ninguna compostura
nuestro oro iba a los árabes
negocio de la dictadura
El país así se arruina
con su gobierno culpable
que más temprano que tarde
ha de pagar sus desmanes
Post Scritum: El régimen, como siempre hace en estos casos pretende lavarse las manos. El fiscal general constituyentista espurio, acusa al 2° Comandante policial de Valencia de ser el culpable del motín.
Se olvida de él mismo, de los cuarenta y cinco mil presos contenidos en retenes de este tipo indebidamente, sin juicios ni sentencias y fuera de la prisión correspondiente. Además ignora la “política penitenciaria”, de igual manera al poder judicial, todos los cuales son indudablemente responsables del fracaso carcelario.
Una masacre más y punto, de este régimen dictatorial.
Ah, y el gobernador “la cava” abrogándose la condición de “bonito”. Claro, no está de más recordar que las diez mujeres carbonizadas durante la tragedia no habían cancelado el pago correspondiente, al comandante por la pernocta con sus maridos recluidos, ese fin de semana… ¿Qué tal?





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